Durante incontables edades la ardiente nebulosa se arremolinó sin dirección por el espacio. Por fin comenzó a cobrar forma, la masa central desprendió planetas, los planetas se enfriaron, mares hirvientes y montañas incandescentes se levantaron y agitaron, de negra masas de nubes cayeron en diluvio ardientes sábanas de agua precipitándose sobre la desnuda tierra sólida. Y el primer germen de vida brotó en las profundidades del océano, y con el calor fertilizande se desarrolló rápidamente en vastos árboles selváticos, ingentes helechos surgieron de la tierra cenagosa, monstruos marinos y reptiles se criaron, lucharon, se devoraron y desaparecieron.
Y de los monstruos, a medida que el drama se fue desarrollando, nació el hombre, con la facultad de pensar, con la sed atroz de adoración, y de hablar sobre el bien y sobre el mal. Y el hombre vio que todo es pasajero en este mundo loco, monstruoso; que todo lucha por gozar, a cualquier costo, unos breves instantes de vida antes del inexorable decreto de la muerte. Y el hombre dijo:
"Hay un designio ignoto, si pudiéramos sondearlo, y ese designio es bueno; pues algo debemos adorar, y en el mundo visible, en el mundo material, nada hay que merezca veneración."
Y el hombre se mantuvo aparte de la lucha por el breve instante de gozo, considerando que un cierto dios había creído que con esfuerzos humanos había de salir del caos y del padecer la armonía. Y cuando obedeció a los instintos que acaso este cierto dios le trasmitiera de sus hermanos los animales, sus antepasados, los calificó de pecado y le pidió a Dios que lo perdonara. Mas dudó que pudiera ser perdonado con justicia, y por eso inventó un unilateral plan divino por el cual debiera ser aplacada la presunta ira del hacedor.
Y viendo que el presente era malo, y viendo que el mundo era malo, el hombre lo hizo aún peor; renunciando a todos los goces, nombrando pecados, y causándose dolor, para que así pudiera ser mejor el futuro, según él pensaba. Y dio el hombre gracias a Dios por haberle concedido la fuerza para renunciar a todas las dichas posibles.
Entonces Dios sonrió, y viendo que el hombre había convertido el mundo que él le había regalado en renuncia y tormento, envió una estrella a través de las tinieblas del espacio que chocó con el sol del hombre; reducíendolo todo de nuevo a polvo y nebulosa.
Y de los monstruos, a medida que el drama se fue desarrollando, nació el hombre, con la facultad de pensar, con la sed atroz de adoración, y de hablar sobre el bien y sobre el mal. Y el hombre vio que todo es pasajero en este mundo loco, monstruoso; que todo lucha por gozar, a cualquier costo, unos breves instantes de vida antes del inexorable decreto de la muerte. Y el hombre dijo:
"Hay un designio ignoto, si pudiéramos sondearlo, y ese designio es bueno; pues algo debemos adorar, y en el mundo visible, en el mundo material, nada hay que merezca veneración."
Y el hombre se mantuvo aparte de la lucha por el breve instante de gozo, considerando que un cierto dios había creído que con esfuerzos humanos había de salir del caos y del padecer la armonía. Y cuando obedeció a los instintos que acaso este cierto dios le trasmitiera de sus hermanos los animales, sus antepasados, los calificó de pecado y le pidió a Dios que lo perdonara. Mas dudó que pudiera ser perdonado con justicia, y por eso inventó un unilateral plan divino por el cual debiera ser aplacada la presunta ira del hacedor.
Y viendo que el presente era malo, y viendo que el mundo era malo, el hombre lo hizo aún peor; renunciando a todos los goces, nombrando pecados, y causándose dolor, para que así pudiera ser mejor el futuro, según él pensaba. Y dio el hombre gracias a Dios por haberle concedido la fuerza para renunciar a todas las dichas posibles.
Entonces Dios sonrió, y viendo que el hombre había convertido el mundo que él le había regalado en renuncia y tormento, envió una estrella a través de las tinieblas del espacio que chocó con el sol del hombre; reducíendolo todo de nuevo a polvo y nebulosa.